Recuerdo la primera y última vez que nos vimos. De la ultima harán ya varios meses; y de la primera, unos años, no más de tres. Aquel día tenía yo un asunto pendiente. Y a ti, sin saberlo, te encontré por sorpresa. Aún llevaba el cabello largo, unos cinco kilos de menos, pantalones negros, botas, blusa rosa y un suéter a rayas que todavía conservo.
Yo, como siempre, llegué, impulsiva, sin cita y con una idea clara en mente. Tú, para variar, estabas ocupado y al teléfono. Con una confianza sin precedentes me pediste que esperara, dijiste que volverías en un rato. Miré cada detalle y tuve tiempo de "organizar" lo que quería decir...
La última vez llevaba ya el cabello corto, pantalones grises a rayas y una blusa lila. Seguramente usaría los mismos aretes largos de aquella vez primera y, para variar, lograste tambalear todo mi mundo.
En un tiempo yo te sorprendí, y fue al final cuando lo hiciste tú. Ese día no te esperaba. Me encontraste por sorpresa y no supe qué decir. Hoy cierro los ojos: te veo y te siento. ¡Qué simpáticos son tu, tus tiempos y mi memoria!