viernes, diciembre 01, 2017

Las posadas





 
Diciembre ha llegado y solo puedo pensar en una cosa: ¡ya huele a Navidad! Huele a ponche calentito, huele a amigos y familia, huele a posadas, regalos y piñatas; incluso huele a colación -esos dulces que nunca me han gustado del todo-, a chocolate, cañas de azúcar, limas, luces de bengala, pavo, sonrisas, aguinaldos, ilusión y niños corriendo por la casa.

Pero huele a posadas... México, en Navidad, ¡huele a posadas! Esas fiestas que se remontan a la época en la que los primeros misioneros españoles llegaron a México y que, con mucha creatividad y con toda la ilusión de transmitir su fe, aprovecharon las costumbres locales para impregnarlas de todo el sentido cristiano que pudieron (¡para qué otra cosa si no iban a cruzar el charco con sus sandalias y ásperas vestimentas?)

Tradicionalmente las posadas se celebran del 16 al 24 de diciembre, así que no son otra cosa que un novenario alegre para preparar la Navidad y que simbolizan los nueve meses de espera de María antes del nacimiento de Jesús.

Así pues, de la mezcla de las costumbres locales más las traídas de España, surgieron las posadas en las que no suelen faltar las pastorelas y la piñata. Y como no podría ser de otra manera, todo está lleno de simbolismo...

Pero, vamos por partes...

Estructura de las posadas


Normalmente se inicia con el rezo del Rosario, pero como a mi se me ocurra invitar a los amigos a una fiesta que comienza con el rezo del Rosario seguro que los pierdo, así que mejor nos saltamos este paso, y el canto de la letanía en latín -sí, canto y latín, porque, ahí donde nos ven, los mexicanos también sabemos latín, jaja, aunque solo sea el ora pro nobis y ya está...-.

Vamos directamente a lo divertido: la mitad de los asistentes se queda fuera de casa llevando a los peregrinos (Jesús, José y María) y, alumbrándose con unas velas, pide posada; la otra mitad se queda dentro de casa haciendo de posadero. Es esta lista de spotify se pueden escuchar algunos ejemplos.

Fuera
Dentro
En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada.
Aquí no es mesón sigan adelante yo no puedo abrir no sea algún tunante.
Venimos rendidos desde Nazaret; yo soy carpintero de nombre José.
No me importa el nombre déjenme dormir pues ya os he dicho que no voy a abrir.
Posada te pide, amado casero, por solo una noche, la Reina del Cielo.
Pues si es una reina quien lo solicita ¿cómo es que de noche anda tan solita?
Mi esposa es María, es Reina del Cielo y Madre va a ser del Divino Verbo.
¿Eres tú, José? ¿Tu esposa es María? Entren peregrinos, no los conocía.
Dios pague señores, vuestra caridad y los colme el cielo de felicidad.
Dichosa la casa que alberga este día a la Virgen pura la hermosa María.
Entren santos peregrinos, reciban este rincón, que aunque es pobre la morada os la doy de corazón. 

A mi me gusta encender las luces de bengala justo cuando los peregrinos comienzan a entrar porque simbolizan la alegría de encontrar el sitio en el que nacerá Jesús. Según la tradición cristiana, en el corazón de todos los asistentes quienes abren de par en par las puertas dejando de lado los egoísmos, resentimientos, envidias y cualquier otra cosa que pueda estropear las fiestas navideñas...


La piñata


Es lo mejor de todo. Usualmente se hacía con una olla de barro pero para evitar descalabros ahora se hacen de cartón o papel periódico endurecido con engrudo (una especie de pegamento hecho a base de harina y agua). La piñata, como no podría ser de otro modo, también está llena de simbolismo.

Es llamativa, atractiva, llena de colores. Tiene siete picos, que representan cada uno de los siete pecados capitales: soberbia, ira, lujuria, avaricia, gula, envidia y pereza.

Se rompe con un palo que representa la fuerza de la virtud y con los ojos vendados, haciendo referencia a que la fe es ciega o a la incapacidad de ver a causa del pecado.

El relleno de la piñata representan los frutos de la gracia, los dones de Dios, por romper con el pecado. Literalmente antes se rellenaban de frutos típicos de la temporada: tejocotes, jícamas, mandarinas, limas, cacahuates, caña de azucar, etc...., pero por un sentido práctico -caía toda la fruta magullada y alguno se llevaba un buen golpe en la cabeza-, ahora se rellena de dulces y chuches, que además son bastante más apetecibles que la fruta.

Y así sigue la fiesta, bailando, cantando villancicos, comiendo antojitos mexicanos, sopes, quesadillas, tacos al pastor y ponche, mucho ponche. Pero el ponche se merece otro post. Solo diré que es una bebida caliente hecha a base de frutas y piloncillo y que puede llevar o no algo de ron para entrar en calor durante los fríos días de diciembre sobre todo si has estado en la calle pidiendo posada...


¡Salud y felices fiestas! ;)

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