Después de algunas semanas de intenso estudio, el día que presentamos el examen final mi cabeza sólo tenía una idea clara: terminar lo antes posible, coger las bicis y perdernos en el campo.
Ese día dejé el Ipod porque teníamos que platicar y escuchar lo que nos dirían el cielo y los campos de trigo. Una vuelta, otro vuelta; arriba, abajo; cuidado con el nopál; enfrente un perro, luego ese castillo; llegamos a la bajada empinada; el viento en la cara, abrir los brazos; a la derecha, verde; a la izquierda, verde....
Nos metimos por una vereda, comenzaba el atardecer... El cielo azul se pintó de colores: morado, verde, violeta, naranja, dorado, rojo... Al llegar al lago se antojaba una buena foto (ese día había olvidado la cámara, 'será para el próximo curso'...)
Y seguimos andando, me agoté porque el campo comenzaba a empinarse y llegó un momento en que parecían congelarse las manos, los pies y el cielo. Era un cuadro perfecto.
Comenzaba a anochecer y aun nos faltaba camino que recorrer para llegar al punto de partida. Por un momento creí que nos perderíamos en el campo sin gente y sin luz. La luna y las estrellas estarían allí y uno que otro bicho más. Sentí miedo...
Al fin llegamos.
Ayer me acordé de ti. Tendrías que ver estos caminos y estos paisajes. A la ida el cielo pintado de colores, al regreso la noche y la luna...
Ahora siempre que de esos paseos en bici me acordaré de ti. Y tu..., no pierdas esa costumbre ;-)
Ese día dejé el Ipod porque teníamos que platicar y escuchar lo que nos dirían el cielo y los campos de trigo. Una vuelta, otro vuelta; arriba, abajo; cuidado con el nopál; enfrente un perro, luego ese castillo; llegamos a la bajada empinada; el viento en la cara, abrir los brazos; a la derecha, verde; a la izquierda, verde....
Nos metimos por una vereda, comenzaba el atardecer... El cielo azul se pintó de colores: morado, verde, violeta, naranja, dorado, rojo... Al llegar al lago se antojaba una buena foto (ese día había olvidado la cámara, 'será para el próximo curso'...)
Y seguimos andando, me agoté porque el campo comenzaba a empinarse y llegó un momento en que parecían congelarse las manos, los pies y el cielo. Era un cuadro perfecto.
Comenzaba a anochecer y aun nos faltaba camino que recorrer para llegar al punto de partida. Por un momento creí que nos perderíamos en el campo sin gente y sin luz. La luna y las estrellas estarían allí y uno que otro bicho más. Sentí miedo...
Al fin llegamos.
Ayer me acordé de ti. Tendrías que ver estos caminos y estos paisajes. A la ida el cielo pintado de colores, al regreso la noche y la luna...
Ahora siempre que de esos paseos en bici me acordaré de ti. Y tu..., no pierdas esa costumbre ;-)