miércoles, marzo 02, 2011

La columnaria o de mundos y mares


Desde el principio, las civilizaciones han utilizado medios de cambio y rudimentos económicos que a lo largo de la historia evolucionaron a lo que hoy conocemos como monedas y billetes, y aunque suene a clase de primaria y todo mundo lo sepa, hubo un tiempo en que el valor nominal de esas monedas coincidía con el valor real, luego no, eso cambió y ahora incluso tenemos nuestras reservas en dólares.

En México, los indígenas tenían un sistema de trueque, como el uso del cacao y las mantas de algodón entre otros, que poco a poco se fue modificando con la llegada de los españoles quienes introdujeron la moneda a las Indias.

Desde la época colonial, durante los reinados de los de Asturia y los Borbones, se utilizaron las monedas virreinal, macuquina, columnaria y de busto; durante la Independencia, hubo monedas tanto en el periodo Realista como en el Insurguente; los imperios de Iturbide y Maximiliano también acuñaron su rostro y escudos; y durante la época de la República y la Revolución hasta la actualidad, no han dejado de acuñarse monedas en México.

De todas, hay una que llamó especialmente mi atención. Se le conoce como "columnaria" y circuló durante la época de la Colonial, de 1732 a 1771 aproximadamente, es una moneda en plata que lleva al frente el escudo de armas de España coronado y la leyenda "PHILP V D G HISPAN ET IND REX" que quiere decir "por la gracia de Dios rey de España y de las Indias".

En el reverso, dos globos terráqueos que representan los hemisferios oriental y occidental, se encuentran enmarcados por las columnas de Hércules que emergen del mar que separa a Europa de América, con el lema "PLVS ULTRA", lema nacional de España que significa "más allá", y una corona que los une.

Finalmente se puede leer la leyenda "VTRA QUE VNUM", "ambos son uno", resaltando la unidad entre ambos territorios.

Sí, me gusta.

martes, marzo 01, 2011

Una experiencia de venta


La premisa de "al cliente lo que pida" está cada vez más en desuso, o así me pareció estos días.

Me fastidia, que siendo una fanática de las relaciones públicas -por profesión-, y una amateur de la mercadotecnia -por gusto, hobbie y algo de carrera-, haya quienes que por arrogantes y pagados de sí se esfuercen tan parcamente de ofrecerme sus productos y/o servicios.

A las preguntas ¿qué me ofreces tu qué no me den los otros?, ¿cuál es tu promesa de venta?, y ¿por qué habría de elegirte a ti y no a los demás? se quedan mudos y tartamudean.

Hoy me topé con uno arrogante y con otro tan porfiado de sí que mi mente comenzó a cabildar en favor del que había visto un tiempo antes: un joven de veintitantos años, con ideas frescas, y explicaciones claras.

Entre sus virtudes encontré la de no hablar mal de la competencia, cosa que los otros sí hicieron, y la de dedicarme el tiempo necesario para armar el paquete que estamos buscando.

¿Te parece si nos quedamos con él? (el de la foto de arriba...)