La tarde se prolongó hasta el momento de decir adiós. Y quizá te diste cuenta de lo torpe que soy para las despedidas. No me gusta ese momento que separa a las personas que se aman.
Esta vez te dije "Ciao" un poco confundiendo el saludo con el momento de partir, y me quedé con las ganas de besarte las manos y sentir lo curtidas que seguramente las tienes de tanto "picar piedra".
Y lloré por tu culpa, porque me has "domesticado" y sólo el tiempo me dirá cuándo he de volverte a ver.
Pero te debo una comida y muchas cosas más que cumpliré mientras el Tiempo me siga dando tiempo...
1 comentario:
a mi tampoco me gustan esas despedidas.
esta bueno que aproveches el tiempo, sana virtud.
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