Unas gafas de sol y buena música. Podía ir por el camino acostumbrado o tomar la ruta "rápida". Decidí entrar por la carretera, el sol pegaba fuerte, el acelerador a fondo. Adrenalina pura. Me imaginé corriendo rodeada de zebras, a derecha e izquierda veía esas rayas blanquinegras confundirse a 140km/h.
Mi "riqueza" se redujo a nada con la primer caseta de cobro. Luego me perdí una y otra vez hasta que un guía disfrazado de taxista decidió "asaltar" mi cartera para llevarme al punto de reunión.
Y una vez más llegué tarde. Fue cuando descubrí que el tiempo juega en mi contra. Es como una maldición, no importa lo que haga, el tiempo siempre me roba de 10 a 30 minutos. Momentos en que sufro de angustia, me muerdo las uñas, fumo deseperadamente y pongo cara de lo siento.
Fue un buen café y mejor conversación. El regreso estuvo menos ajetreado, acompañada de la luna, pensamientos varios y una canción.
2 comentarios:
Pacha, sufres continuamente de "asaltos de tiempo". A mí me ha pasado ultimamente, cosa rara en mí. Yo creo que es la inseguridad con la que vivimos. jejejeje
Pues sí, ¡me han secuestrado los minutos!
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