jueves, febrero 10, 2011

Paréntesis feliz

Antes de continuar con la historia sobre mi redacción frustrada tengo que hacer un par de aclaraciones. Ni es todo gris y aburrido, ni estoy en un hoyo que me asfixia y provoca gritos ahogados. (Me refiero al tema de haber abandonado el trabajo de mis sueños. Punto.)

Lo cierto es que de un tiempo para acá mi vida dió un giro de 360 grados y ahora soy feliz, no es que no lo fuera antes, pero mis maneras de expresarlo estaban bastante limitadas y como que me faltaba algo (aquí entre nos lo que realmente me faltaba era alguien...).

Desde finales del 2007 nos conocimos, lo enamoré (jaja), y me conquistó. Hizo que me convirtiera en una trotamundos para buscar sus pasos; y un buen día, en un rinconcito de un color especial, de aroma a incienso y azahar por el despertar de la primavera, en la ciudad donde se encuentra la catedral gótica más grande del mundo (no, no fue en París, sino en Sevilla), ahí, me declaró su amor eterno.

Los ojos se me pusieron cuadrados (...), hum.., no, redondos como platos, ¿y blancos?, más bien creo que adquirieron un brillo a diamante (ok, ok, ok, un brillo a diamanteS) y..., bueno, luego se empañaron de felicidad mientras mi boca atropellaba mis pensamientos por la sorpresa: Sí... Quiero.

Y como el tiempo pasa inexorablemente y los preparativos son unos y otros, ayer compré (bueno, realmente lo compró él...) un traje precioso con el que le volveré a decir lo mismo pero frente a un montón de gente (¡ay!, ¡qué nervios!)

Duppion. Seda. Marfil. Claro.

¡ESTOY FELIZ!


miércoles, febrero 02, 2011

Tengo la sensación de haber errado...

Supongo que las cosas comenzaron cuando sentí la necesidad de darle rienda suelta a mi subconsciente para plasmar ideas inconexas en un par de libretas -incluso puede ser que sean más de dos-, en fin, un par de libretas o más que aún conservo.

Luego me topé con la maravilla de los blogs, ahí no sólo escribía sino que descubrí que había otros para quienes mi sandez resultaba interesante (me leían, ¡vamos!).

Es como una especie de adrenalina: pensar cualquier cosa, ponerla en blanco y negro, publicarla -sí, publicarla-, saber que otros te leen y prestar atención a sus comentarios, a los que les guasta, a los que no, los que te critican o te motivan. Así es esto, escribir y ser leído genera adicción.

Esto lo descubrí con el paso de los meses y los años. Y ¡zas!, cuando tuve la oportunidad, una oportunidad de oro, una oportunidad real, lo dejé ir. Lo dejé ir, se me fue de las manos, I gave it up! Renuncié.

(Continuará...)