viernes, marzo 28, 2008

piano, piano, pianísimo..., forte

boomp3.com

A los compositores les gusta jugar con la imaginación... Van tarareando notas que, algunas veces, esperan plasmarse en el papel; y otras, ser presas de improvisación en algún instrumento.

No es tarea compleja distinguirlos en la calle. Éste, en particular, era muy galante; caminaba distraidamente pisando las hojas secas que encontraba a su paso, silbando y cubriéndose las manos con unos guantes verdes y gruesos: unas manos de pianista.

Llevaba un abrigo negro, una bufanda marrón y unos zapatos cafés. El pantalón no se distinguía bien, pero era fácil imaginar que era un tipo mal combinado para los estándares del mundo de la moda. Y eso a él no le importaba, llevaba su mundo por dentro y recordaba aquellas épocas en que pasaba el día entero tocando en su viejo piano de Londres.

Extrañaba ese piano, pero ahora que había decidido viajar era casi imposible llevarlo con él. Vamos, que no era una guitarra, o una flauta, o... Era un piano grande, muy grande... Y bueno, tal vez demasiado bueno.

Seguía meditabundo cuando, ya bien entrada la noche, se topó con esa vieja tienda donde vendían chucherías. Era de un señor al que le gustaba comprar cosas viejas para revenderlas. Se asomó para curiosear..., la puerta estaba abierta... Decidió entrar.

Y allí en el fondo lo encontró. Majestuoso, de buen roble y con teclas de marfíl. Por qué si tantas veces había estado en aquél lugar no había visto ese piano, o no lo había visto como aquella noche...

Fue la noche de un domingo de Pascua... Le temblaban los dedos, quería deslizar sus manos sobre ese piano que, por la finura de sus teclas, parecía no haber sido tocado en años. El placer aumentaba, las notas viajaban en su cabeza, su dedos seguían temblando y allí comenzó todo...

Un minuet a dos cuartos... Primer movimiento: piano, in crescendo, lento. Segundo movimiento: a dos manos, decrescendo, moderato... Tercer movimiento: Allegro, centrado, con un pitsicato por aquí y otro por allá, al antojo del compositor... Cuarto movimiento: primero andante, después lento, piano, pianísimo...

Le sudaba la frente y ahora le temblaba también todo el cuerpo. Serían testigos la luna, el piano y él... Cuándo volvería a tocar una pieza como aquella, se preguntaba sin entretenerse mucho en elucubraciones... Talento tenía, y mucho; pero ése, ése no era su piano...

Salió sigilosamente del lugar y se prometió nunca olvidar aquella velada, sabía que el piano la recordaría también y la llevaría en sus cuerdas, en su roble y en sus teclas de un marfíl blanco y precioso.

Si los painos hablaran seguramente éste le diría --Gracias!, gracias porque me has hecho vivir una de las mejores noches de mi vida...


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Bravoooo!!!!


Hace dos años que Jorge- un artistazo, compositor- tocó el piano, fui a verle, le dige de antemano que iba a llorar,y así fué.

Lleva a lo más hondo, llena los huecos vacíos. Es genial escuchar tocar el piano.


Lo que cuentas precioso!

beso!

zocadiz dijo...

saber tocar el piano, con clases.
saber amar el piano, con el corazón. Eso le pasa a los artistas.
Nos leemos pach.

manchita dijo...

no hay nada mas llenador que escuchar a un músico hablar de cuánto quiere a su instrumento.

Anónimo dijo...

Extraordinaria, profunda y acuciosa narrativa, el amor a la música y a sus instrumentos, uno en particular, evoca emociones puramente humanas como la búsqueda de la completa felicidad y la memoria de un instrumento que vivirá en cada nota del compositor. ¡Felicidades!

Néstor dijo...

Caray, Pat, muy bueno. Además de estar muy bien escrito, transmites belleza.
Por momentos me has recordado "El afinador de pianos" de Daniel Mason.

Vania Ro Carpio dijo...

qué mejor que una persona dotada que comparta su talento y nos deleite con el don de sus manos, emitiendo aquellas tantas cosas que con palabras resultan, la mayoría de las veces, inefables...

Anónimo dijo...

Te he escrito comentarios en varios de tus relatos y me acabo de dar cuenta que ninguno quedó publicado. Qué lástima porque lo que te dije ya no lo podré volver a escribir porque no lo memoricé.
Me dá mucho gusto que hayas vuelto a tu blog. Me gustan mucho tus descripciones porque me transportan a esos escenarios como si pertenecieran a la realidad y me colocan como espectadora al tiempo que paso desapercibida, pudiendo así disfrutar de los acontecimientos, casi pudiera decir, en tiempo real.
La música es maravillosa y cuando es creada e interpretada magistralmente es aún más maravillosa.
Con el cariño de siempre de Patriica.

Paco Becerro dijo...

Hola PATZARELLA, bonito el cuento, si señora.

Esos dedos largos de pianista, qué cosas, verdad?

Bravo

patzarella dijo...

leyre: qué gusto!! es genial escucharlo sí..., y me imagino que tocarlo mucho más!!

andrea: yomo se van haciendo tan indispensables uno para el otro....

anónimo: gracias !!!, qué bonito lo que dices !! ...la búsqueda de la completa felicidad...

néstor: gracias !!!, no he leído el libro..., lo buscaré...

teque: es que yo siento que la música nos transoporta a mundos insospechados, nos hace presa y nos libera al mismo tiempo.., es una maravilla !!

patricia: qué gusto que pases por aqui !!!! Vuelve pronto !!! Y ya ves..., uno pasa como espectador pero puede ser personaje al mismo tiempo... Eso depende de tí ;-)

futuro bloguero: gracias !!! Si lo lees y escuichas a Chopin al mismo tiempo se disfruta mejor...

Andrea dijo...

Algún día llamarán a la ventana del hombre, será el piano que bajo su balcón tocará bellas melodías :)

patzarella dijo...

andrea: eso sí fue romántico !!! muy bueno !!

teka dijo...

me ha encantado el post y los comentarios me uno al de leire, la música llena los huecos vacios.
un saludo