Después de trabajar todo el fin de semana, decidí tomarme unos días de vacaciones. El lunes me fui temprano a la cama, cuando el Sol se estaba apenas levantando. Cuando desperté, me quité los jeans que llevaba puestos, me puse el pijama de corazones y las pantuflas de gamuza de la abuela. Tenía ganas de tomar café con las amigas, nos vimos junto a la alberca y jugamos volleyball con raquetas de pinpón.
La Luna me daba la bienvenida y con su luz vi gusanos volar entre los árboles; en el cesped, había pececillos amarillos y plateados que parecían hacer surcos del tamaño de mi pie con sus escamas doradas.
El cartero llegó en una simpática avioneta gritando mi nombre, me dio unos 50 sobres que creí haber enviado alguna vez, quizá meintras dormía... Eran cartas de Singapur, Malasia, Argentina, Roma y La Habana. ¿Cómo es que de destinos tan lejanos estaban todas dirigidas a mi nombre? Recibí una de Johanesburgo..., me contaba que cuando llueve es costumbre llevar el paragüas bajo los pies y que en cada esquina hay un árbol de chocolate amarago con envoltura metálica color naranja y que es gratis para la gente que tiene sed. Una del Lourve me decía que la Monalisa ya no sonríe desde que se topó un día con el David...
Tanta lectura comenzó a darme sueño cuando la Luna ya se estaba despidiendo. Me quité el pijama, me puse unos jeans ajustados con un jersey negro. Cené una banana con almendras y prendí la luz. Es hora de dormir.
¡Hasta mañana!
2 comentarios:
Ja, ja, ja... ¡Genial! Me gustó mucho lo de la Monalisa... Y los peceSillos y las pantuflas de gamuSa, ja, ja, ja...
mmm..., bueno, ya correguí lo de "gamuSa", la rae me dice que va con "z", pero de "peceSillos" no tengo ni idea... Supongo que va con "c", lo cambiaré tb...
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