martes, marzo 17, 2009

un pie tras otro pie...



Foto: patzarella


Algunos tenis llevan historia en sus suelas. Estos, tienen la suya muy particular. Fue hace tres años cuando la idea-obsesivo-compulsiva de tenerlos ma atacó. Había que hacer unos reajustes económicos y tal para que llegaran a mis manos en la fecha esperada (antes de que mi cabeza hiciera crack...) De contrabandistas llegaron a mi, así marcaron mis pasos y se fueron por la puerta grande después de haberse escabullido por la ventana.

Con ellos fui a la Universidad cuando quería escaparme al cine, me llevaron a la Sierra Gorda de Querétaro y a Yucatán. Me sacaron ampollas en Washington y en California comenzaron a tener su aroma... Cuando ya quería alejarme de ellos se hicieron indispensables en mi vida.

Grabaron en sus suelas las calles de Madrid, pisaron el kilómetro cero y llegaron al 4,523 manchados de gelatto de nocciola. Admiraron la Monalisa y se rieron con Van Gogh. Escondieron su llanto bajo las salas del Ritz y bailaron hasta hacerme perder la conciencia..

Me dijeron que había que estar en el punto de partida para admirar el horizonte y me tumbaron en la playa para sentir la brisa que de lejos aún roza mi cara. Y se quedaron en el sitio al que quiero volver, para señalarme el camino de vuelta.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevamos nuestras historias escritas en los pies. En los tenis viajeros, en las botas de montaña, en los zapatos de salón, en las zapatillas de casa... En los pies descalzos. Ellos nos llevan allá donde vamos :)

Anónimo dijo...

Tengo unos similares pero negros y con una historía similar...

Juan Manuel Escamilla dijo...

Jo. Mira, qué divertido. Fetichismo por los tenis. Tengo una historia trágica que tiene que ver con unos Vans: hace algunos años mi cariño a esos tenis me condujo fatalmente a chocar contra un muro de contención...
Los zapatos que ahora traigo, que tanto me gustan, los compré en Madrid y no los cambiaré hasta volver a comprar un par allí: he dicho.

Néstor dijo...

Pues el caso es que parecen un poco mugrientos, ¿no?
Ja, ja, ja...
Vale, vale, me pongo serio... Es curioso, nunca había pensado en las historias que acumulan nuestros zapatos... Quizá solo he pensado alguna vez en mis botas de fútbol.

zocadiz dijo...

sí, los zapatos pueden narrar un millón de historias!!!!!!
y más un par de tennis que acompañan en un largo viaje, donde se vuelven únicos, apestosos, fieles, moldeados a nuestros pies...

Sobreviviremos dijo...

Historias ¡muchas historias sí que pueden contar! Y sobre todo aromas...

Juan Manuel Escamilla dijo...

Guácala.

Eva en la Luna dijo...

Pues yo no hablaré de tenis sino de huaraches. El problema es que si fueran chismosos contarían de su estreno en la Riviera Maya; de los maltratos de Cristina por Croacia, Grecia e Italia, por Acapulco y Vallarta; así como de los paseos de Jo por Cancún. Caray, viajan más que yo.

patzarella dijo...

Martha: y en la memoria, por eso de que luego hay zapatos que ya no nos quedan ;-)

David: ey! a ver qué día cuentas esa historia, eh !!!! q bueno que has vuelto a este mundillo de los blogs, jiji

Juan Manuel: fetichismo por los tenis..., y las plumas, los cuadernos, las chamarras, las computadoras (si son Mac) y tantas cosas... Quiero saber la historia de los Vans !!!! Y si pasas por Madrid a ver si me consigues unos zapatos que vi por ahí, me encantaron y por tooorpe no los compré :-(

Néstor: bastante mugrientos !!!

Zocadiz: pues por ahí me he enterado que conservas una historia de cierta chamarra de Viena que lograba pararse por sí sola !!! Sigues sin lavarla ??

Sobreviviremos: ey! asco !!!! Como dice Juan Manuel, guácala !!!

Eva: también huaraches... Cierto..., suenan bien sus andanzas...

Noé Rodríguez dijo...

Caray!

Pues asi es, todo aquello que tenemos o llegamos a tener y cada persona con la que llegamos a convivir, todo nos manda a una historia, a veces buena a veces mala, pero son esas cosas que le dan un sentido a vivir!

soy tu fans! he dicho!

un saludo!

am dijo...

Esto, no sé por qué, me suena MUY conocido.