viernes, noviembre 30, 2007

"mi abuelo y sus palos de golf"

No es que fuera excepcional. Era algo que estaba "en-boca-de-todos" (evidente y punto), pero para él no era así. Lo sabía de hace tiempo, en aquél rincón había algo y ahora lo extrañaba. Todas las noches al cerrar los ojos volaba lejos con la mente, recorría cascadas, bosques frondosos, desiertos, mares y ríos. ¡Había llegado hasta los campos de golf! Sí, aquellos campos en los que su abuelo al jubilarse pasó el resto de sus días.

La herencia que le dejó se concretó en unos cuantos palos viejos y únicos en su clase. El abuelo había muerto dejando algunos "asuntos pendientes" -según decían los hijos-. Cada noche en aquél rincón se escuchaba aquella tos que lo distinguió por largo tiempo. -Era el abuelo tratando de resolver sus asuntos. -Pero ¿cuáles?, se preguntaban atónitos.

Sólo él sabía que los palos escondían el secreto. De noche, muy de madrugada, decidió dejarlos en el rincón. La tos no se escuchó por más tiempo, pero él extrañó al abuelo que se fue lejos a-su-campo-de-golf.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

ok, interesante, no es mi estilo, pero està bien

Miguel De la Vega dijo...

Que buen cuento, Pat. Felicidades.

patzarella dijo...

anónimo: gracias, ¿quién eres?

rick´s: jaja, gracias caray !!! Y qué lo digas tú !!!