viernes, octubre 05, 2007

Confiar SÍ es rentable

sin la llave no se puede entrar y menos salir

Era un día de lluvia. No veía nada y tenía prisa. Estuvo a punto de tirar el paraguas en la calle, le estorbaba. Entre el tacón y vestido se enredó. Encendió el motor y CRASH, se estampó con el =)(/&%$·" de atrás.

- ¡Jo, con la prisa que tengo y ahora esto! ¡Y no deja de llover! ¡Voy a llegar tarde! ¡Grrr!

Un ñor simpático se baja del coche. Las canas tapizan su cabeza y los surcos de su frente se acentuaba por el enfado aquél que le acababa de ocasionar.

- Hay que llamarle al seguro..., bla, bla, bla

- ¡No puedo! ¡Tengo prisa! ¡Voy a una boda! ¡Me tengo que ir ya! ¡Lo veo mañana! ¡Aquí vivo!

- ¿Y cómo se yo que aquí vives?

- ¡Créame! ¡Es verdad!

- ¿A ver tu licencia? -una dirección diferente- ¿Tu tarjeta de circulación? -otra dirección diferente-

- Se lo prometo aquí vivo, lo veo mañana. De verdad me tengo que ir.

- Ok. Pero me quedo con tus documentos.

- Ok. Adiós y perdón.

Y así sin más aquél hombre se fue con la tarjeta de circulación, la licencia permanente que tardaron 30 minutos en tramitarle y no tuvo que aprobar ningún examen de manejo, el teléfono de su casa y su nombre. ¿Y qué se quedó ella? ¡Nada!

Un día..., otro día..., tres días... y el hombre no aparecía. - ¿Sabes algo de él? -Nada - ¿No te quedaste ningún dato? - No - ¡Pero qué torpe! - Confío en la gente, ya aparecerá...

Y cuando estaba a punto de perder la paciencia, después de una semana aquél hombre reapareció en escena con la tarjeta de circulación y la licencia.

¡Qué alegría! ¡Confiar en la gente SÍ es rentable!


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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro. Incluso yo me he asombrado al encontrar en tan enorme urbe a gente en la que se puede confiar, pese a los comentarios desalentadores de demás desconfiados...

patzarella dijo...

Razones para desconfiar hay muchas, pero también razones para confiar. Yo la verdad prefiero confiar en la gente, siempre me ha resultado bien ;-)

menos una vez en la Universidad..., ahí tuve motivos para desconfiar de personas a las que quería mucho, defraudaron mi confianza y sufrí las consecuencias y no eran precisamente alumnos, eran profesores de esos que algún día admiré...

Anónimo dijo...

quizá sean menos las razones para confiar, pero cuando las hay, tenemos que aprovecharlas...